miércoles, 10 de octubre de 2012

Capítulo VII de Dincina. El campamento militar


        Cuando despertaron, Marta se encontraba atada a un poste de madera, estaba desgarrado y muy astillado. Debido  al desgarre del poste, Marta tenía las manos repletas de astillas.

Cinco segundos después, Marta se quedó mirando el entorno en el que estaba. Era una especie de campamento que estaba vallado con altos troncos de madera acabados en una afilada punta. En el  centro del campamento, había clavado un alto mástil que izaba una bandera peculiar.

Marta estaba asustada porque no veía a su madre por ningún sitio. Eso era lo que más le preocupaba en estos momentos.

Girando la cabeza de izquierda a derecha vio a un hombre que se dirigía hacia ella. Parecía un hombre agradable y bueno, era alto y también muy delgado. Sin apenas preguntarle nada, se agachó hasta su posición, e hizo que la golpeaba en la cabeza mientras le decía: 

- Sé dónde está tu madre. Os ayudaré a escapar. 

Sin  decir nada más, se levantó y se marchó. Marta le siguió con la vista y parecía que cojeaba de un pie .¿Porque cojearía? se preguntó ella. Después, bajó la vista y se encontró un papel donde ponía una fecha y un pequeño párrafo de instrucciones.







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