CAPÍTULO
3
Julián se encontró con Alfred a los
pies del faro de Melilla, el cielo estaba nublado y la escasez de luz junto con
el olor a salitre y la imponente figura del faro creaban una extraña atmósfera.
-
¿Por
qué me has citado aquí? - Dijo Alfred-
¿No se suponía que me ibas a llevar a ver ese meteorito?
-
Si
te he convocado en un sitio tan solitario es por un buen motivo: hay algo
extraño en todo esto. Es cierto que parece un meteorito, pero cuando me acerqué
después de que la tribu de bereberes acabase de rezar a su dios, descubrí
signos que delataban que no lo es. Tiene ciertas antenas, y si te acercas
puedes ver paneles solares camuflados con pintura especial y botones extraños.
-
¿Qué
me quieres decir con esto?
-
No
sé exactamente lo que es, aunque está claro que vino del espacio. Pero ayer
sucedió algo más extraño aun. Vino un convoy militar, del que se bajaron una
decena de soldados sin ninguna distinción de nación. Con ellos venía un hombre
trajeado y un representante del gobierno de Argelia. Tuvimos una conversación
privada, me dijeron que no me preocupase, que se llevaban el meteorito al
laboratorio para analizarlo. Me sorprendió que dijese que eran de Argelia por que el hombre trajeado y
los soldados tenía el aspecto característico de los israelíes. Justo cuando
procedían a llevárselo un helicóptero Cobra pasó a poca altura disparando sus
ametralladoras. Yo salí corriendo y me colgué desde el interior del pozo de la
tribu. Cuando salí todo era un desastre. Un montón de muertos tanto de la tribu
como de los extranjeros. Cogí uno de los jeeps de los soldados y me dirigí
directamente aquí.
-
¿Quiénes
eran los atacantes del helicóptero?
-
Todo
lo que te he contado es lo que sé.
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