CENTRO DEL ALTO MANDO ISRAELÍ 3.00 DE LA MADRUGADA
El teniente Yaakov suspiró y volvió a beber un sorbo de un café que ya se había quedado frío.
Contempló la pantalla de reflejos verdosos como había estado haciendo durante las últimas tres horas. Jamás hubiera imaginado que, despues de los durísimos entrenamientos y pruebas que había tenido que superar para conseguir formar parte de uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo, ahora le ordenasen pasar horas y horas delante de un ordenador.
Hacía solo cinco minutos que Yaakov había hablado con el comando especial de las fuerzas israelíes enviado al Sahara para recuperar el objetivo y según esta última comunicación, la misión transcurría tal y como estaba prevista. La labor del teniente Yakoov era contactar con los aviones espía y hacer un seguimiento desde el aire utilizando para ello la nueva teconología con cámaras térmicas que poseía el ejército hebreo.
De repente, el teniente vio con sorpresa cómo una nueva señal aparecía en la pantalla. Un helicóptero de combate había aparecido por sorpresa detrás de las dunas. No era de los suyos. Alarmado, Yakoov observó que el helicóptero comenzaba a disparar y las señales térmicas de los soldados israelies comenzaron a debilitarse en la pantalla.
Yaakov cogió el teléfono para dar la señal de alarma en el Alto Mando Operativo mientras miraba como los soldados del comando estaban siendo eliminados por un misterioso helicóptero surgido de la nada en mitad del desierto.
Se preguntó si quizás los iraníes no iban a dejar de intentar de apoderarse del objetivo y averiguar de esa forma si la información que contenía podía ser peligrosa para ellos.
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